Hoy en día, los bebés son hospitalizados por enfermedades que fácilmente se pueden prevenir con vacunas. Las vacunas son una forma segura de garantizar que un niño genere poderosas defensas denominadas “anticuerpos” para protegerse contra infecciones específicas. Por eso, la mayoría de las vacunas infantiles están recomendadas para los primeros 12 a 18 meses de vida del bebé.
“Los niños pequeños que no son vacunados y los niños con desnutrición tienen un riesgo mayor de enfermar gravemente, desarrollar discapacidad e inclusive morir a causa de enfermedades como el sarampión y la tosferina”, así lo advierte la Dra. Maritza Montañez, pediatra de la clínica San Pablo de Trujillo. Por lo que, enfatiza en la importancia de las vacunas para proteger al bebé contra múltiples enfermedades graves y posibles efectos.
Sobre las vacunas indispensables, dentro de los dos primeros años, figuran aquellas contra la Hepatitis B y Tuberculosis; Difteria, Tétanos y Tos ferina; antineumocócica, polio, la vacuna contra la influenza (gripe) y la Triple Vírica (sarampión, rubeola, parotiditis). Vacunas que -por su importancia- figuran dentro del amplio portafolio del Centro Especializado de Vacunación de la clínica. Un centro seguro y preparado para la inmunización general de niños, mujeres embarazadas, adultos mayores y viajeros, con incluso atención a domicilio.
Finalmente, la Dra. Montañez hace énfasis en señalar que las vacunas son seguras y que el típico malestar posterior, como el dolor en la zona de inyección o fiebre leve, es temporal. Por lo que, en caso de los bebés, aconseja amamantar al bebé antes y después de la vacunación; luego, aplicar compresas de agua fría en la zona por dos días y administrar los analgésicos que el pediatra recete.
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