Jessica Luna, gerenta general de ComexPerú.
Si algo ha marcado el primer año
del Gobierno de izquierda del presidente Pedro Castillo ha sido la absoluta
incapacidad para resolver los problemas que aquejan a la ciudadanía y los
escándalos de corrupción.
La destrucción de la tecnocracia
y la institucionalidad del aparato público han sido evidentes. Sacaron a
funcionarios con experiencia en todos los sectores y hubo un proceso intensivo
de copamiento de las instituciones públicas con allegados al partido
gobernante. El costo es enorme. Incapacidad absoluta para resolver los
problemas de la población. Llegaron para servirse y no para servir al país. La
corrupción sería el modus operandi.
Este Gobierno le dio la espalda
al agro y se engañó a los hombres y las mujeres del campo. Lanzaron una segunda
reforma agraria que solo fue un mensaje populista vacío, sin acciones concretas
para mejorar las condiciones de la pequeña agricultura. No se tomaron acciones
para mejorar la productividad del agro, no se articularon programas de
asistencia técnica, no se trabajó por mejorar el acceso al agua con obras de
irrigación ni se amplió el uso de semillas mejoradas.
Tampoco se articularon acciones
oportunas que permitieran estar listos para enfrentar la crisis alimentaria
global. Después de varios cambios de ministros y funcionarios en el sector,
además de improvisación e irregularidades en la compra de fertilizantes, hoy
nos enfrentamos a problemas de precios y acceso a los alimentos.
En el sector minero, el Gobierno
se dedicó irresponsablemente, desde el inicio de su mandato, a echar leña a los
conflictos sociales en un activo rol de azuzador. El resultado: perdimos la
oportunidad de atraer inversiones en un ciclo alto de precios de minerales, que
ya se desvanece. Eso significa inversiones, empleos, recursos públicos y desarrollo
regional que no tendremos por una ideología política que solo genera atraso,
enfrentamientos y pobreza.
Otro “logro” de este primer año
de Gobierno ha sido la parálisis de la inversión pública y privada. En el
primer semestre, el Gobierno nacional ejecutó casi S/ 1,000 millones menos que
en el mismo periodo del año pasado. Con ese dinero se pudo haber construido e
implementado 5 hospitales modernos en el país. Este es el costo de la falta de
capacidades de los funcionarios que han tomado el poder. Recursos que no se
ejecutan, obras que no llegan a los más pobres.
La inversión privada está
absolutamente congelada y la confianza empresarial, deprimida. Este Gobierno de
izquierda se volvió enemigo de la inversión privada. Hoy, ni grandes medianos o
pequeños empresarios apuestan por el país; ni invierten su dinero en una
fábrica, una mina, una bodega, un taller o un puesto en el mercado. La
incertidumbre, la desconfianza, el caos, la inseguridad y la falta de
respuestas ante la crisis inflacionaria y alimentaria solo pintan un panorama
sombrío para el país. Sin inversión privada no habrá empleo ni oportunidades.
A esto se suman consejos
descentralizados que, en realidad, son mítines políticos en los que abundan el
populismo y una campaña pro-Asamblea Constituyente, y que generan un
despilfarro de recursos que es imperdonable.
Este es el balance del primer año
de Gobierno. ¡Basta ya! Los peruanos no podemos permitir que la incapacidad y
la corrupción tomen este país.
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