Escribo estas líneas en ocasión de celebrar el 194 aniversario de la Creación de la Marina de Guerra del Perú y el 136 aniversario del Combate de Angamos, considerado como uno de los episodios más gloriosos de nuestra historia Naval.
Cómo olvidar las hazañas del Almirante Miguel Grau Seminario a bordo del monitor Huáscar, legendario blindado que se convirtió en un activo baluarte y defensor del mar peruano durante la Guerra del Pacífico (1879 – 1883).
En plena campaña marítima, al haber perdido el Perú a la fragata
Independencia, su mejor buque de guerra, durante el combate naval de Iquique (21/05/1879), el monitor Huáscar quedaba en
Adelante como la única nave baluarte de nuestra Armada.
En los meses siguientes, gracias al coraje y la pericia de sus tripulantes, el Huáscar se cubrió de gloria con sus frecuentes y atrevidas operaciones que se transformaron en una pesadilla
para las naves chilenas, ya que alcanzó a dominar a voluntad el extenso litoral. Todo el mundo hablaba de las proezas del Huáscar y del almirante Miguel Grau en el Océano Pacífico.
Sin embargo, el 8 de octubre de 1879, en Punta Angamos, el Huáscar fue objeto de una emboscada y se vio rodeado por las naves chilenas Cochrane, Blanco Encalada y Covadonga. Pese a que las posibilidades de lograr la victoria eran mínimas, Grau decidió enfrentar a la poderosa escuadra chilena y ordenó el disparo de los cañones del Huáscar sobre las naves enemigas.
Tras varias horas de heroica resistencia, el monitor no pudo soportar el embate interminable de la artillería sureña. El almirante Miguel Grau murió debido a la explosión de un proyectil en la torre de mando, destino que también tuvo el teniente Diego Ferré, el capitán de Corbeta Elías Aguirre y, finalmente, el teniente Melitón Rodríguez. El teniente Pedro Gárezon, último hombre al mando, ordenó abrir las válvulas del monitor a fin de que éste no cayera en manos del enemigo, pero no pudo conseguirlo ya que los chilenos lograron abordar el Huáscar antes de que se hundiera.
Por este acto de máxima heroicidad y firmeza en la defensa de nuestro territorio, cada 8 de octubre se rinde un sentido homenaje al insigne sacrificio de este grupo de marinos y del Valiente almirante Miguel Grau Seminario. Héroe que ocupa un lugar preferencial en las páginas de gloria de nuestra patria, por su calidad humana y proezas como militar. El pueblo peruano recuerda este día con admiración y rinde honores a uno de sus hijos predilectos “El Caballero de los Mares “.
Es bueno recordar que, hasta 1879 el Perú no tuvo por el sur frontera con Chile sino con Bolivia, y era Bolivia quien tenía por la costa del Pacifico frontera con Chile y con el Perú, como lo señala el Maestro Gustavo Pons Muzzo en su libro Del Tratado de Ancón a la Convención de Lima.
Estos límites fueron violentamente alterados por la guerra de conquista que nos declaró chile a Bolivia y al Perú en 1879,
Culpándolo de haber firmado un tratado secreto que establecía una mutua defensa con Bolivia.
La Guerra del Pacífico, arrebato a nuestro pueblo parte de su territorio, las riquezas de su suelo y el producto del esfuerzo de sus hijos.
Después del saqueo de nuestra ciudad capital, la rendición peruana se concretó con el famoso Tratado de Ancón, firmado en Lima el día 20 de octubre de 1783, como es de conocimiento general, por don José Antonio de la Valle y don Mariano Castro Zaldívar, representante del gobierno ilegal e impopular de don Miguel Iglesias. Este militar peruano, con distinguidos servicios prestados en el campo de batalla, no fue elegido por el voto popular sino impuesto por la fuerza y los intereses de chile para “legalizar” su apropiación ilícita de Tarapacá, Tacna y Arica, así como obtener otros beneficios pecuniarios. Como señala el Historiador Don Jorge Basadre Ayulo. Tarapacá era arrancado por la fuerza bruta de Chile del seno de la patria y este país tenía sólo adscrito simples derechos posesorios sujetos al plazo de diez años sobre estas dos últimas provincias que expiraba inexorablemente en el año de 1894 ipso facto y sin formalidad previa. La propiedad de éstas era peruana y, chile con el incumplimiento al Tratado conocido como de Ancón, por haberse suscrito en esta bahía, casi desierta en aquellos tiempos, a fin de evitar posibles revueltas populares, pretendía legalizar lo ilegalizable de manera torpe y arbitraria: amañar con dolo enorme, sin habilidad, y con evidente engaño para apropiarse de lo ajeno.
El decurso de la historia juzgara a Chile sin piedad ni misericordia por su conducta falaz a las que no tiene derecho ni al perdón ni al olvido. “Es que la historia le pregunta al pasado cosas que le interesan al hombre vivo” (José Luis Romero. El Siglo de la Revolución Contemporánea. Bs. As., Fondo de Cultura Económica de Argentina S.A. 1997, Pág. 75)
Arica no volvió a formar parte de nuestro territorio, pero Tacna colocó el sello peruano a sus tierras el día 28 de agosto de 1929, estableciendo al Hito Número Uno de la Concordia como el límite fronterizo entre Perú y Chile, y ganándose el apelativo de Ciudad Heroica después de permanecer en DOLOROSO cautiverio chileno durante 46 largos años. Y que parece que los peruanos de hoy hemos olvidado y a la clase política tampoco le interesa recordar.
La historia nos debe enseñar, como dice el Maestro Vicente Ugarte del Pino, que Terminada la Primera Guerra Mundial , entre 1914 y 1918, las potencias vencedoras, siguiendo las normas del Derecho Diplomático e Internacional usuales desde el Congreso de Viena de 1814, proceden a la clásica Conferencia de Paz, que aprueba el proyecto británico el 28 de Abril de 1919, de crear una sociedad de naciones para dar garantías recíprocas de independencia política y territorial tanto a los grandes estados como a los pequeños. Este acuerdo se insertó a la cabeza del Tratado de Paz de Versalles (28 de Junio de 1919). El tratado entró en vigor el 10 de Enero de 1920, fijándose su sede en la ciudad neutral de Ginebra. Uno de sus más importantes acuerdos fue condenar las guerras de conquista, obligando a Alemania a devolver las provincias de Alsacia y Lorena que arrebató a Francia luego de la guerra de 1870.
El jefe de la delegación permanente del Perú ante la Liga de las Naciones era el ministro plenipotenciario del Perú en Francia, Don Mariano H. Cornejo, un político del movimiento conocido como La Patria Nueva, que había fundado Don Augusto B. Leguía, entonces en la presidencia de la República. Además, el doctor Cornejo se destacó en Europa como uno de los promotores de la sociología a tal punto que en la “Historia de la Sociología” se le reconoce como el más relevante de su época. Gozaba de un gran prestigio moral e intelectual y creyó conveniente plantear la condena a Chile por la guerra de conquista de 1879, en la que el Perú perdió Tarapacá y que Tacna y Arica quedaron, como un calco de los tratados que Alemania impuso a Francia y Prusia a Austria, ocupadas por diez años como las provincias de Alsacia y Lorena hasta lograr, tras un plebiscito, su anexión.
Deplorablemente, Estados Unidos, que no formó parte de la Sociedad de Naciones, sostuvo que los problemas americanos se solucionaban en América y no en Europa proponiendo a Washington para arreglar el conflicto y por ese camino llegaran al Tratado de 1929, perdiendo una posibilidad inmejorable de recuperar pacíficamente un territorio irrevocablemente peruano por la incapacidad de nuestros políticos y la carencia de una política internacional permanente del Estado definida al margen de los partidos y el juego electoral.
Estimados Conciudadanos, Miguel Grau nos ha legado una lección inigualable de amor a la Patria y de generosidad. En su persona, en lo más insignificante de sus acciones, se encuentra grandes cualidades morales. La sencillez, modestia y humildad de su carácter, eran uno de ellos, como se registra escrito en una de sus bitácoras, de junio de 1879, en donde dice: “Vamos, yo no soy más que un pobre marino que trata de servir a su Patria “
Para concluir este recuerdo del Almirante Grau y homenaje a nuestra Marina de Guerra, no “al Ancla “como se diría en el mar, sino esta vez en tierra, recordando las palabras de don Mariano H. Cornejo, de luchar por un nuevo orden internacional, fundado en la justicia, la paz y la seguridad nacional.
Comprometámonos por construir un Trujillo cada día mejor, fruto de nuestro amor a la patria y de nuestro esfuerzo por hacer un Perú Libre, soberano, solidario y reconciliado.
0 Comments
Publicar un comentario
Ingrese su comentario adecuadamente!